El equilibrio de nuestra vida en la tierra no se da por sí solo, la naturaleza es proveedora de dicha estabilidad y casa vez se la hacemos más difícil. Un humedal es un ecosistema dinámico cuyo suelo está cubierto o saturado por agua con máximo seis metros de profundidad, sobre los cuales viven muchas especies de flora y fauna. Según la arquitecta e investigadora Grace Mallea, Concepción es una ciudad privilegiada ya que posee gran cantidad de cursos de agua inmersos en el territorio. Para graficar lo anterior, el libro Urbanización en Humedal Los Batros (2017) muestra que en el área metropolitana existen siete humedales: Lenga (480 has), Cuatro Esquinas (24.3 has), Rocuant-Andalien (1183.4 has), Los Bastros (133.3 has), Laguna Verde (9.9 has), Parque Central (44.9 has) y Paicaví (24.9 has). Podemos pasar por estos espacios y solo ver un “pantano”, sin embargo son de vital utilidad para los seres humanos. Primero, proveen y agua y alimento; segundo, controlan inundaciones, temperatura, sedimentación y desastres naturales (como tsunamis); y tercero, recrean, ya que en ellos se puede observar la naturaleza e incluso implementar el turismo sustentable. A pesar de lo noble de su labor, la situación actual de los humedales raya lo dramático. Según el Plan de Protección de Humedales 2018 – 2022, los factores de peligro son la extracción de agua desmesurada, cambio climático (reducción de lluvias por ejemplo), retroceso de glaciares, contaminación y el avance de la urbanización. Es decir, el ser humano es el responsable de todos los puntos.
Según la literatura existente, dentro de las consecuencias de la construcción sobre humedales se cuentan la alteración de procesos naturales, la degradación de hábitats y pérdida de patrimonio cultural. A lo Anterior, se suma el peligro para las personas que llegan a habitar estos espacios, Claudia Mejías, constructor civil, indica que rellenar un humedal es sinónimo de suelo poco resistente y el riesgo de inundación del mismo y de sectores aledaños es inminente. Claramente estas señales de alerta no han sido suficientes, como botón de muestra, con el cambio de uso de suelo el 2006, Los Batros ha visto contaminada y disminuida su superficie, llegando a un 23% de construcción el 2015 versus el 2.7% que existía en 1976. A nivel global el escenario es igual de complejo, ya que la disminución de humedales continentales va entre un 69% y 75%, en el caso de los costeros, la pérdida va en un 62%.
La región aún tiene mucho que proteger, contamos con 54.333 hectáreas de humedales, de las cuales hasta el 2018 solo 640 estaban protegidas. Aunque el desmedro no es reversible y sigue en aumento, desde la política estatal hay avances concretos. Se han declarado sitios prioritarios para la conservación, y desde agosto de 2019 tienen protección oficial los humedales Rocuant-Andalien, San Andrés Vasco de Gama y Paicaví. Desde sacar una foto, beneficiarnos de la flora y fauna, realizar observación científica o la extracción de agua de forma consciente, los humedales son una fuente de recursos tan rica como frágil y si bien existen agrupaciones que los defienden, es nuestra responsabilidad comociudadanía evitar que desaparezcan del mapa.
Por Sandra Anabalón Suil.